por Ikania » 27 Abr 2010, 16:39
Capítulo 1
El tren acababa de salir de la estación, y Massan se acababa de sentar. Su viaje no iba a durar más que unas horas, durante las cuales aprovecharía para leer los documentos que llevaba y que tenía prohibido leer hasta que le avisaran por el medio convenido. El resto de las personas habían tomado también asiento en el tren, de un solo vagón, y que hasta entonces había estado vacío. Había diez filas de asientos con un pasillo en medio y dos butacas a cada lado. Al fondo había una especie de rellano y después estaba la cabina del conductor. Las puertas de entrada estaban situadas en las esquinas del vagón, y eran automáticas. Las ventanas tenían una persiana bastante decente y los cristales parecían tener algún tipo de filtro para la luz solar.
Conforme el tren iba acelerando el paisaje se movía cada vez más rápido y además iba cambiando. El bosque dejó paso a unas cumbres nevadas, más tarde se convirtió en una llanura llena de cultivos para finalmente convertirse en un estrecho valle por el que cabía el tren y algunos huertos. Finalmente, la señal convenida. Se dispuso a abrir el precinto del dossier y se puso a leerlo con detenimiento. La carpeta era de una cartulina marrón y se podía leer en la portada con letras grandes y rojas CONFIDENCIAL. La abrió y comenzó a leer:
A Massan Gierel
Bienvenido al proyecto Kleese. En primer lugar permitame informarle de que en quince minutos todo el contenido de la carpeta se evaporará y no quedará ningún resto. Ha sido seleccionado para un proyecto secreto de gran importancia para la humanidad.
Suponemos que ya sabrá cómo ha llegado hasta aquí, así que no nos entretendremos más con este tema. La información que necesita está detallada en las hojas, que podrá leer más adelante. Las hojas verdes contienen todo lo referente a lo que deberá hacer nada más llegar a su destino y las rojas, una serie de advertencias que esperamos que cumpla si desea seguir en el proyecto.
Espero que la estancia sea de su agrado.
Lentehem Nectar, Jefe del proyecto Kessel
Observó que en el vagón varías personas habían comenzado a leer un dossier parecido al suyo, y que por lo tanto pertenecían también al proyecto Kessel.
La verdad es que el no sabía nada, sólo había recibido una carta misteriosa hacía un mes invitándole a una entrevista que había tenido lugar la semana pasada, y en la que le habían ofrecido participar en un proyecto... Pero desconocía que fuera a ser tan “importante”. Continuó leyendo la hoja verde:
Massan Gierel – 117 del 170
11:00- Llegada a la base.
11:30- Identificación de personal. Reparto de pases.
12:00- Reparto de dossier y reunión.
14:15- Comida
15:00- Paseo y visita por las instalaciones.
15:30- Ninguna actividad programada
Observaciones: Sea puntual. Toda la información aquí tratada es confidencial.
Terminó de leer la hoja verde. No parecía que hubiese mucho que hacer durante este primer día, pero probablemente a partir de ahora cambiaría todo. En el tren estaba claramente todo el mundo leyendo, a excepción de una pequeña mujer que tenía la carpeta marrón en su mano pero aún no la había abierto.
El tren ahora iba a mucha más velocidad pegado al mar. Teniendo en cuenta que la estación principal se encontraba a más de 300 kilómetros del mar, tenía que haber ido muy rápido. Por su ventana podía ver una pared de piedra que evitaba los desprendimientos hacia la vía. La zona parecía estar deshabitada.
En ese momento se oyó una pequeña explosión, y el grito de una mujer. Era la que aún no había abierto el dossier, a diferencia de que ahora estaba abierto y quemándose en el suelo. Un hombre apareció por la puerta del fondo y se acercó a la mujer que había perdido su mano y se estaba desangrando. Iba vestido con un traje negro y con un gorro. Se sacó un objeto del bolsillo, apuntó con él a la cabeza de la chica, que miró en un último momento.
– ¡No! – Chilló desesperadamente.
Ya era demasiado tarde. Se oyó un disparo y la chica cayó al suelo inerte. El hombre se la echó al hombro y se la llevó a la cabina. Acto seguido apareció volvió y limpió toda la sangre con especial habilidad en menos de medio minuto. Después se metió en la cabina no sin antes saludar a todo el mundo dándose un toque en el gorro.
Se cerró la puerta y el mundo volvió a moverse. Todo el mundo se había quedado de piedra al ver lo que ocurrió, pero volvía a respirar ahora. Massan se acordó de la hoja roja que le faltaba por leer. Faltaban menos de tres minutos para que se empezaran a evaporar. La cogió rápido y se dispuso a leer, pero la evaporación ya había comenzado, por lo visto era un sistema defectuoso. Pudo leer que todo lo que se tratase dentro del lugar al que le llevaban era confidencial, y que toda la información pertenecía al ejército, que a partir de ahora todas lo que entrase en la base no podría salir hasta la finalización del proyecto, o bien hasta que se desclasificase; que no se toleraría ningún ¿comportamiento contrario? (esta parte ya estaba borrosa) al proyecto y lo que parecía ser una consigna acerca de las huidas del centro, bastante desconsoladora. El papel se evaporó del todo sin darle tiempo a leer las últimas líneas, que esperó que no fueran muy importantes.
Vio que a todo el mundo ya se le estaban evaporando las hojas y que algunos, por su modo de comerse las hojas, tampoco iban sobrados de tiempo. Estuvo contemplando el paisaje durante cuarenta y cinco minutos más, durante los cuales además comprobó que nadie hablaba con nadie. Al final, cuando ya casi no aguantaba más, se acercó a la puerta por la que había entrado y allí se encendió un cigarro. Veía pasar el mar por la puerta y ocasionalmente algún túnel se inmiscuía entre los dos. Aprovechó ese momento para fijarse con que clase de gente viajaba en el tren. Había veinte personas de un amplio rango de edades, tanto mujeres como hombres, y de todos los estilos. Parecía que para este proyecto iban a necesitar gran cantidad de gente que perteneciese a distintos mundos. De repente se levantó un chico bastante joven. Tenía pinta de estar nervioso. Se estaba acercando a él y parecía que le iba a decir algo.
– No se preocupe, ahora lo apago. – Dijo, mientras arrojaba el cigarro al suelo y lo pisaba.
El joven estaba aún más nervioso, y además le costaba mucho más hablar.
– Nnn... No es eso. M...¿Me podría dar un cigarrillo?
– Por supuesto.
Buscó en su chaqueta el paquete de tabaco y le dio lo que le había pedido.
– Espero que sea de su agrado.¿Me permite que le pregunte...?
– ¡Chssss! ¿No ha leído la hoja roja? Tenemos prohibido hablar de cualquier cosa hasta que lleguemos a la base.
– No creo que por prestarle un cigarro y hablar un poco del paisaje nos vayan a tachar de conspiradores, ¿no cree? Además no me ha dado tiempo a leer la última línea de dicho folio, donde supongo que estará escrita esa norma.
– Bueno... Visto así... Preferiría no llamar la atención. ¿No ha visto al hombre de negro? Nos conoceremos mejor en la base. ¡Ah! Y gracias por el cigarrillo. ¿No tendrá también fuego?
– Lo que sea por usted.
Y acto seguido le encendió el cigarrillo. Massan se sirvió también uno, y ahora se dedicó a pensar quien sería aquella enigmática persona, y qué haría allí. Parecía bastante inteligente, aunque sólo lo decía por su aspecto. Hubiera jurado que lo que llevaba en el bolsillo de la chaqueta era una calculadora. Por el momento no le dio más importancia al asunto y procuró disfrutar del tabaco durante unos instantes más. Después se dirigió a su silla y se sentó.
A las diez y media pasadas el tren comenzó a bajar por el nivel del suelo y se introdujo en un túnel. Ya casi estaban llegando, y se notaba que el tren aminoraba la marcha. Un altavoz pronunció las siguientes palabras:
– Prepárense para abandonar el tren en la próxima hora, llegamos con un poco de adelanto sobre el tiempo previsto. Vayan preparando su equipaje y no se olviden su documento de identidad, ya que serán necesarios más tarde para la obtención de los pases. No se separen de hombre que les acompañará, y si tienen alguna duda será respondida durante la reunión. Cuando salgan tendrán un poco de tiempo para ir al baño y para tomar un almuerzo ligero. Esperamos que el viaje no haya sido muy pesado.
Varias luces se apagaron, y comenzó a haber movimiento en el vagón. Ahora parecía que nadie quería estar sentado, y se respiraba nerviosismo en el ambiente. Massan bajó su equipaje y esperó sentado a que el tren llegase a la estación.
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Ya está hecha la siguiente parte. Ahora no tengo tiempo porque estoy plagado de examenes, pero esta noche le aplicaré un estilo para que se pueda leer más facilmente.
Un saludo y espero que os guste.
Edit.: Ya está aplicado el estilo.
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Ikania el 27 Abr 2010, 23:09, editado 3 veces en total