-¿Cómo?
El ser se levantó y cogió el anillo de las manos de Ter. Se lo llevó consigo hasta una de las paredes de la habitación mientras sacaba una especie de radio.
Se acercó la radio a la cabeza –donde se supone tenia los oídos- y gritó
-¡ESTÁ AQUÍ!
Acto seguido incrustó el anillo en la pared. La pared absorbió el anillo y, un segundo después, una violenta vibración sacudió la habitación y el gigantesco buque en el que se encontraban.
Ter no entendía nada de nada
-Pero... ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? ¿¡Quién eres tú!?
El ser se dio la vuelta y presentó, con una cara de lo más alegre y esperanzada.
-Soy Ray Olwer, el guardián de ese anillo. Estás en el crucero Tarrae orbitando alrededor de el planeta Rinhos V. Y... que qué pasa!! QUE QUÉ PASA!!!? –al tipo casi le saltaban lágrimas de la emoción- QUE ESTAMOS SALVADOS!!!!
Ter, al oír el nombre del crucero, se le vino a la memoria un lugar, en su universo, donde también se mencionaba ese nombre...
Las inscripciones Rinara.
Mientras el ser daba saltos y bailaba de alegría, Ter supo a que raza pertenecía ese tal Ray.
¡¡Era un Rinara!!!
Frip miraba bastante sorprendido como Ray seguía danzando y bailando por la vacía habitación, sin saber que hacer.
Ter se puso a seguirlo.
-¡¡Eres una criatura de la más grande civilización jamás vista!!
Ray detuvo su baile. Se giró hacia Ter, su cara se había tornado seria y triste de repente.
-No... Ya no. Ahora somos una civilización nómada que huye aún de un imperio que no busca más que la destrucción. ¡¡Pero tú eres nuestra salvación!! –El Rinara se tiró a abrazar a Ter con fuerza, había recuperado otra vez la cara alegre- ¡¡Tú nos enseñarás como acabar con ellos!! ¡¡Por fin ha llegado el Agresor!!!
Ter cada vez se sentía más asombrado. ¿Enseñarles a acabar con los Aylers? ¿El Agresor? Entre que el otro día un Addrio le llamó Defensor y ahora le llamaban Agresor, ya no sabia que pensar.
Intentó zafarse disimuladamente del abrazo del eufórico Rinara, y le preguntó:
-¿Cómo voy a enseñaros nada si precisamente estoy aquí por que esas malditas máquinas han acabado con todo el imperio al que pertenecía?
-No importa, el profeta nos dijo que tú nos ayudarías a desarrollar armas y máquinas para acabar con esas máquinas malas. Aunque claro, lo siento por tu Imperio.... ¡¡Ahora tienes oportunidad de vengarte!! Seguro que tu imperio utilizaba eso que llaman armas. ¡¡Enséñanos a fabricarlas!! ¡Y a saber atacar! ¡Y destruir! ¡Y las estrategias! ¡¡Todo!!
Ter sencillamente alucinaba.
"Esta es la oportunidad que tengo de salvar la Espiral...? Enseñar al ser más pacifico del universo a matar..." pensó.
Sin previo aviso, Una de las paredes se volvió transparente unos segundos, tras lo cual desapareció, y dejó ver un pasillo tan grande como la propia habitación, que se alargaba hasta el infinito.
Un anciano, solo, en el centro del pasillo, apareció. Rinara, por supuesto.
-Conseguiste llegar al altar, ¿eh?
¡¡Era el mismo anciano que le llamó Terraptor en Demn!!
Ter cada vez se sorprendía, impresionaba, y parpadeaba más. Esto no podía estar sucediendo. No articulaba ni una palabra.
El anciano Rinara se acercó lentamente a él –Ray le gritó “es él!!”, señalando a Ter, cuando estuvo lo suficientemente cerca-, se detuvo a dos metros de Ter con el rostro serio.
-Hola.
Ter consiguió articular un saludo similar. Frip se acercó a estudiar al hombre, manteniéndose tras Ter en todo momento.
El anciano prosiguió con la conversación:
-Apuesto a que ya has descubierto quienes somos. Y apuesto también a que este eufórico Ray que baila por la habitación te ha contado nuestro problema.
-M... me parece que si.
El anciano se puso a dar un tranquilo paseo por la habitación mientras hablaba:
-Los rinara hemos sido siempre –a lo largo de millones de años- unos seres muy pacíficos, amigables con las pocas especies con las que nos cruzamos y tolerantes con las especies militares y malas en general. En nuestro mismísimo sistema natal había una de esas especies, una especie muy violenta e intolerante con las demás. Una especie muy similar a la de los archiconocidos Grox. Cuando nosotros llegamos a su planeta no eran más que animales con taparrabos que no hacían más que luchar por la comida y pelearse entre ellos con piedras y palos así que dejamos pasar el tiempo. Una vez se convirtieron en una próspera civilización, intentamos trabar amistad con ellos, pero la rechazaron con todo el desprecio posible que pudieron lanzarnos. Nos amenazaron incluso con destruirnos, a nosotros, que ya dominábamos decenas de galaxias en ese universo. Les dejamos en paz y se empezaron a expandir por el universo, colonizando planetas que dejamos expresamente para ellos, y atacándonos cada vez que nos veían. Gracias a Spode no intentaron entablar una guerra con nosotros. No es que fueran fuertes, al contrario. Pero nosotros éramos muy débiles. Por voluntad propia, además. Respetábamos tanto la vida de otros que no fabricamos ningún arma en varios cientos de miles de años. Y nuestra tecnología se basa en energía no contaminante... El caso es que esos seres, a quienes llamábamos Lers, siguieron expandiéndose, y, como todas las civilizaciones que se expanden por el espacio, acabaron chocando contra los Grox. Los Grox les dieron una tunda que los dejó destrozados, y a rastras volvieron a su planeta, humillados. Pero lejos de aprender una lección de humildad, juraron vengarse, e hicieron lo posible por hacerse más fuertes, y sacrificaron todo lo sacrificable por conseguirlo. Esto incluye vidas, muchas vidas. El hambre y el sufrimiento dominaron su planeta durante decenas de años. Pero lo consiguieron. Basaron su poder en la tecnología de la robótica, y robotizaron incluso sus cuerpos.
-Los Aylers.
Ter comprendió.
-Creo que no hace falta contarte el resto. Salieron de su planeta acabando con la vida de millones de seres, incluidos lo que se negaron a robotizarse y los rinara de ese sistema. No pudimos nada contra ellos. Llevamos retrocediendo ante ellos miles y miles de años. Nosotros y, como habrás aprendido, todas las especies que han tendido el dudoso honor de conocerles.
-Eso incluye a mi imperio, la UIB.
-Mayor motivo para que nos ayudes.
-¿Ayudaros a qué? ¿A acabar con los Aylers? ¿A la civilización más pacifica del universo debo ayudarla a guerrear?
-Ya no somos como antes... Ya lo verás. Como te iba diciendo, nos hicieron retroceder hasta el punto de hacernos huir a otros universos. En el proceso varios Rinara se sobrepusieron a su instinto, y con mucho esfuerzo, en contra de todo lo que habían aprendido y todo lo que respetaban, fabricaron armas. Con el objetivo de matar. Pero no llegaron a terminarlas... Los Aylers aparecieron por sorpresa y todo lo que pudieron hacer es lanzarlas al espacio en una gigantesca estación espacial. Esa estación espacial tenia un único dispositivo de localización, y el localizador, su dueño también lo lanzó al espacio. Esos Rinara se teletransportaron a un universo más... No sabemos como acabaron. Nosotros, todos los demás, no pudimos protegerles, y huimos de allí A otro universo, otra vez.
Nosotros seguimos siendo pacíficos, y no somos capaces de matar a una mosca. Pero queremos terminar con la amenaza Ayler.
-Toma! Y yo también. Pero no tenemos medios para conseguirlo.
-No los tenemos, pero los conseguiremos. Gracias al anillo que has traído, sabemos donde se encuentra esta estación espacial. Ahora mismo este buque se dirige a esa estación espacial, en ese otro universo. Nos haremos con todas las armas, las terminaremos y tú nos enseñarás a ser malos. E iremos a la guerra. Por mucho que nos pese.
A Ter le gustó la idea. Su instinto la apoyaba completamente.
-Pero sois varios trillones... Yo solo no puedo enseñaros a todos.
-Deberás intentarlo.... Si no, no tenemos oportunidad de terminar con esa amenaza
-Mmmm... yo solo sé que es imposible enseñaros. Si mi raza aún existiera podríamos ayudaros. Pero soy el único de mi especie. Lo siento pero no puedo... Lo puedo intentar, de todas formas.
El anciano se mantuvo en silencio unos segundos, tras lo cual dio una solución al problema.
-No eres el único de tu especie.
Ter se sorprendió una vez más.
-¿Cómo?
-Recordarás que tu Imperio, la UIB, encontró un crucero gigantesco flotando a la deriva en el espacio... Era nuestro. Uno de los pocos cruceros de combate que construimos. Antes del desastre que eliminó a toda la UIB, ese crucero trasladó a todos sus ocupantes a otro universo. Si, ya sé, somos unos fanáticos de los viajes inter-universales. Bueno, en ese crucero había un Terraptor. Cuando lleguemos a la estación y nos aseguremos de que esta en buenas condiciones, iremos a por nuestro buque y traeremos a sus ocupantes.
Ter se alegró muchísimo por la noticia más aún que por la idea de poder acabar con los Aylers.
¡¡No era el único de su especie!!
Pero rápidamente su alegría se desvaneció. Que bien, dos Terraptors en el universo. Dos problemas:
-Pero ni aún siendo dos podríamos hacer nada para enseñar a Trillones de rinaras a batallar!! Y encima, para colmo, mi especie sigue estando condenada.
El anciano sonrió.
-Ese Terraptor es una mujer.
Ter se alegró como no lo había hecho en su vida. Aunque sólo su cara lo mostraba, no se había puesto a bailar por la habitación, como Ray.
Pero su civilización estaba salvada.
¿O no?
-¡¡Mucho mejor!! pero seguimos teniendo un problema...
-Siempre los hay. ¿Cual es esta vez?
-Que seguimos siendo dos. Y necesitamos millones. En poco tiempo. No sé si me comprendes...
-No. La verdad es que no veo el problema... Tendremos trillones, si así lo deseas.
-Hala! ¿Por quien has tomado a los Terraptor? ¡No somos tan bestias! Conseguiríamos como mucho a dos Terraptors por generación.
-Cuando dije que el Terraptor era una mujer me refería a que necesitamos el ADN de un macho y una hembra para CLONAROS. A ver que te creías. Nuestra tecnología nos permite multiplicar seres en muy poco tiempo. En unas horas tendríamos cientos de miles de Terraptors.
Ter ser alivió un poco, pero no del todo.
-Ya. Todos iguales.
-No. Hace años que solventamos ese problema. No saldrán dos Terraptors iguales, tranquilo.
Ter no se fiaba demasiado, pero era mejor eso que tardar siglos en volver a repoblar a toda la civilización Terraptor a partir de dos únicos seres....
Los cuatro –Ter, el anciano, Ray y Frip- esperaron unos minutos en aquel lugar, esperando llegar al universo donde se encontraba esa estación espacial. Mientras hablaron del futuro de los dos Imperios, el Rinara y el casi extinto Terraptor. Hablaron largo tiempo de que tipo de relación habría, pues lo que era seguro es que los Terraptor querían ser un imperio independiente. Pero los Rinara no...
Al fin llegaron.
La pared contraria al pasillo se tornó transparente también, pero no desapareció. Daba al exterior.
Y en el exterior se pudo ver un anillo del tamaño de Júpiter orbitando alrededor de una estrella gigante roja.
Y en el anillo, dentro, miles de millones de armas y máquinas extrañas a medio construir, y millones de buques anclados, esperando ser puestos en marcha.

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Recordemos que ese buque tiene el tamaño de un planeta

entonces los grox estan a miedo camino?








