Un viejo se está muriendo. Alrededor del lecho poco a poco empieza a surgir una discusión.
-¡Vamos a alquilar un carro fúnebre para llevarlo con decencia! Dice la esposa.
-¡No creo que se deba gastar tanto dinero! Yo puedo llevarlo en la camioneta del vecino, si me la presta, dice el hijo del viejo moribundo.
-¿Y por qué no lo llevamos al hombro? Pregunta el vecino, él casi no pesa nada.
Por fin el moribundo reúne el resto de las fuerzas que le quedan, y dice:
-Si ustedes me ayudan a bajar, tal vez yo pueda llegar al cementerio por mi cuenta.
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Un hombre de madura edad se acercaba, como de costumbre, a su kiosco para comprar el periódico, pero éste cuando lo compraba lo abría por la página de los carteles de fallecimientos, y le decía al kiosquero:
-¡Que mala suerte! ¡Hoy no he salido!
Al día siguiente iba y decía lo mismo:
-¡Que mala suerte! ¡Hoy no he salido!
Y así durante mucho tiempo. Al pasar los años ve el kiosquero que el tío no viene, y se dice a si mismo:
-¡Vaya tela! ¡Toda la vida comprando el periódico, y para una vez que sale no lo compra!
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En un examen de necropsia, el profesor le pregunta al alumno:
¿Cuál ha sido la causa de la muerte de ese individuo?
El alumno se pone a examinar el cuerpo y ve un cadáver con numerosas puñaladas en el tórax.
El alumno responde:
Ha muerto de muerte natural.
El profesor le dice:
¡Como que de muerte natural! ¿Usted no ha visto las puñaladas?
El alumno le responde:
Hombre, es que con esas puñaladas lo natural, es que se muera.
