Geles escribió:si nos dejaran arreglar el mundo en los bares ya no habría crisis
Amén.
Geles escribió:la generación que ha empezado a fumar dentro de estas circunstancias, ¿realmente sigue pensando eso mismo? ¿piensan que están discriminados? ¿o es el cambio lo que no nos gusta?
En mi opinión, afectan las dos cosas. Está claro que, cuando una imposición es estipulada antes de que tú puedas experimentarla, no la cuestionas en el momento en que te toca hacerlo. La acatas sin más porque ni siquiera te lo tomas como una prohibición, sino como una circunstancia del tiempo en el que vives. Sencillamente, tu vida es así desde que naces y lo aceptas sin cuestionarlo porque no has conocido nada diferente y, por tanto, no te planteas que las cosas puedan cambiar.
Otra cosa bien diferente es que experimentes la prohibición en tus carnes, ese cambio radical del "hoy puedes hacer esto donde y cuando te dé la gana, pero mañana serás castigado por ello". Naturalmente, ante el cambio es cuando realmente sientes que se te está privando de unas libertades, lo que de por sí ya toca los cataplines. Esa privación de libertad puede estar justificada o no, pero toca las narices igualmente (sobre todo a la gente rebeldilla como yo

). El que se vulneren o no unos derechos es tema aparte y depende de cada caso particular, pero no es lo mismo que la privación de libertad en algo. Porque la vulneración de los derechos de un sector de la sociedad no es justificable en ningún caso, ya se trate de mayorías o minorías.
Me explico. En el tema de esta ley en particular, egoísta y subjetivamente, me toca las narices el no poder fumar donde me dé la gana y cuando me dé la gana (privación de una libertad). Objetiva y racionalmente, me indigna el que se haya radicalizado la prohibición, sin darnos siquiera una alternativa intermedia que deje contentos a fumadores y no fumadores. Sencillamente, han pasado de joder radicalmente a los no fumadores, haciéndoles tragar humo en cualquier parte, a joder radicalmente a los fumadores, no dejándonos fumar en ninguna parte (vulneración de derechos).
Yo soy de las que piensan que las libertades de uno acaban donde empiezan los derechos de los demás, por eso aplaudí la instauración de la primera ley. Yo nunca he sido partidaria del poder fumar en cualquier parte. Es antihigiénico, injusto, molesto y va en contra de toda ética, sobre todo en según qué sitios, como zonas infantiles u hospitales. Estoy de acuerdo en que no era justo que los fumadores pudiéramos reventaros los pulmones donde y cuando nos diera la gana, insisto que a mí siempre me ha parecido mal y he actuado en consecuencia. Incluso cuando voy fumando por la calle llevo cuidado de exhalar el humo en una dirección en que no haya nadie porque sé lo desagradable que es que te soplen el humo a la cara. Es cuestión de pura ética.
Pero el que ni siquiera pueda fumar en bares y discotecas cuyos dueños han decidido permitirlo, me parece demasiado. Aquí es donde creo que las libertades de los no fumadores están vulnerando los derechos de los fumadores y especialmente de los hosteleros, que deberían tener potestad para decidir el tipo de clientela que quieren recibir. Para eso es su negocio, han invertido mucha pasta y trabajo en él, y han aprendido a orientarlo para ganar más o menos dinero y poder llegar a final de mes.
Por eso fui feliz por la instauración de la primera ley, mientras que ésta la acepto a regañadientes porque no tengo alternativa (en Nochevieja pensé en quemar unos cuantos contenedores para protestar, peeeeeeero se me gastó el mechero y me quedé con las ganas

). No me gustan los extremos, creo que el término medio siempre debería ser el camino.
Otra cosa negativa de la ley que yo no había considerado, es un concepto nuevo que ha generado llamado "el cigarrón", de lo que estuve hablando ayer con una amiga. Por lo visto, el cigarrón es primo hermano del botellón, pero peor. Comentaba una mujer en la televisión que, si ya el botellón era una tortura porque de la escandalera que armaban no podía dormir, el cigarrón es mucho peor. Porque -dice- con el botellón cuando el bar cerraba, los chavales marchaban a otro lugar, mientras que el cigarrón induce a la gente a permanecer largas hora de tertulia incluso después de que el bar haya cerrado.
A mí, personalmente, esto no me indigna ni me parece especialmente grave, pero me ha parecido un dato curioso a comentar.
