Producto de la cienciaUna mente robot volcada en una mente orgánica. Un robot... convertido en ser vivo... un ser orgánico. ¿Qué demonios saldrá de ese experimento?
-Una criatura “natural” con los conocimientos de un robot, que sabe más que nadie cómo son y como se comportan. Sin el peligro que conllevaría que ella fuera en sí un robot.
Natural... opino que esa no es precisamente la palabra correcta para designar a un ser salido de una máquina de crear bichos.
-Esa máquina “crea los bichos” como lo hace la naturaleza. Sólo acelera el proceso de creación.
Lo que tú digas, aún así no me fio de lo que pueda salir de ahí.
-Te fiaste de mí, siendo yo un enemigo potencial, salido de la facción archienemiga de tu imperio.
En ese momento creí saber cosas que ahora sé que son mentira.
-En ese momento ignoraste cosas que sabías que eran verdad...
En la mesa descansaba el folio electrónico con aquel esbozo del símbolo que la Unión Rinaptor luciría como representación del objetivo de su existencia, aunque pocos llegarían a conocer su significado real.
Tara, junto a Ter, lo miraba con detenimiento, Ter no había querido explicarle si significado, ni a ella, ni a nadie. Decía que cada uno debía ver el significado por sí mismo.

-Puede ser muchas cosas, de hecho, es muchas cosas, pero sólo tiene un significado para cada persona. Para mí tiene un significado, pero lo que significa para mí no tengo por qué “contagiartelo”. Es sólo un dibujo salido de mi mente, puede que incluso para ti no signifique nada... aunque lo dudo.
Tara siguió mirando el dibujo, intentando extraer un significado propio de él.
Una conocida voz apareció, en uno de los altavoces repartidos por aquella habitación, dormitorio de Ter.
-Un sólo mundo, deteniendo el imparable avance de sus enemigos hacia él- comentó Aylar.
Ter y Tara desviaron su mirada, sorprendidos, al altavoz de la entrada de la habitación de Ter.
-Ese es uno de los posibles significados, ¿no creéis?- dijo la voz, Aylar, desde aquel altavoz.
Segundos después, antes de que Ter o Tara pudieran pensar qué responder, el telecomunicador de la muñeca de Ter emitió varios pitidos de aviso.
-Venía a avisarte de eso -dijo Aylar-. El Consejo quiere verte.
-¿Ahora? ¡No hace ni dos días que nos vimos! ¿Qué quieren
ahora?
-Será mejor que te lo digan ellos en persona. Es bastante importante, pero no soy yo quien debe contártelo.
Media hora después, allí estaba, frente a aquella ovalada mesa, frente a los once seres que constituían el Consejo de la Unión Rinaptor. Muchos le miraban con leves signos de satisfacción, otros lo miraban con desagrado e indignación, y el Rinara lo miraba con leve preocupación. Ter no comprendía la naturaleza de ninguna de las miradas, no creía haber hecho nada malo, ni bueno, estos días.
Y así, preguntó.
-¿A que se debe esta reunión? ¿Qué ha ocurrido ahora?
Los consejeros, por toda respuesta, miraron todos al Rinara, Miro Maos, esperando que hablara. A Ter no se le escapó que algunos de los presentes miraron con bastante disgusto al consejero Maos.
Éste comenzó a hablar.
-Bien, señor Ter, como representante de la facción Rinara de este Imperio, soy yo quien ha de comunicarle esto: Hace unos meses encontramos una gran máquina a la deriva cerca de nuestra estación espacial el Anillo. Era de fabricación Rinara. Era un Terraformador.
-¿Terraformador?
-Una nave capaz de cambiar la composición de la corteza y atmósfera de un planeta para permitir que pueda sostener vida orgánica.
Un silencio bastante espeso llenó la sala durante algunos segundos. El descubrimiento de ese artefacto cambiaba los planes del Imperio por completo.
Una nave capaz de acelerar el proceso de terraformación que los Terraptor ya llevaban a cabo, acelerarlo varios miles de veces. Todo cambiaba. Ya no tendrían que dedicar decenas de años de su existencia a reconstruir su mundo, cosa muy dificil, pues ningún ser vivo había sobrevivido a los acontecimientos de hacía un año. La conquista de Terra por parte de los Aylers, y la destrucción de su superficie como consecuencia de la guerra que expulsó a los robots de ese mundo.
Les llevaría muchos años conseguir que Terra volviera a ser el mundo que era, y aún así no sería el mismo jamás. Pero con este descubrimiento, el Terraformador, el proceso de recuperación del planeta podría acelerarse muchísimo.
Hace unos meses...Una voz conocida susurró aquellas palabras directamente a la mente de Ter, recordándole (en su alegría por haber encontrado una manera de devolver Terra a su antiguo esplendor) que hasta hoy nadie le había informado de aquel descubrimiento.
-Y, ¿la encontrasteis “hace unos meses”? ¿Y por qué no se me informó “hace unos meses”? Los Rinara sabéis bien que conocer esa información es de vital importancia para el Imperio.
El consejero Rinara Miro Maos miró con preocupación a su Rey.
-Hace unos meses no sabíamos si íbamos a pertenecer durante mucho más tiempo a la Unión Rinaptor.
Grey miró al Rinara con desprecio:
-¡Dilo todo! Teníais intención de desaparecer, sin dejar rastro.
Ter se limitó a mirar con los ojos entrecerrados al Rinara, guardándose las emociones, esperando algún tipo de explicación.
No la hubo.
Escondiendo como podía las ganas de estrangular a Miro, Ter intentó derivar la conversación a derroteros más constructivos:
-Vale. Ya hablaremos de eso. Primero quiero saber más de esa nave terraformadora de la que hablas. Es lo importante ahora.
La expresión de Miro Maos cambió, de mostrar una gran vergüenza, a mostrar algo de esperanza y alegría, al ver que Ter se centraba en la parte positiva de la situación.
-Técnicamente, no es una nave -empezó... corrigiendo-, sino una estación espacial, que...
-¡Bien! Ya tenemos dos -interrumió Ter.
-...Bueno, no es como las estaciones espaciales convencionales... contiene todas las herramientas y material necesario para efectuar una terraformación a un planeta de tamaño medio. Pero no posee mucho más, a diferencia de las estaciones normales, no posee secciones dedicadas al mantenimiento de naves, ni es capaz de albergar población superior a cien personas... está dedicada por entero a la terraformación de otros mundos...
-¿Y está en condiciones de ejercer su trabajo? -Preguntó insistente Ter.
-Llevamos reparándola y poniéndola a punto desde hace dos meses, en poco más de quince días estará lista para terraformar Terra... Con su permiso.
Ter se levantó lentamente de su asiento y se inclinó sobre la mesa acercando su cara a la de Miro.
-No os
permito que terraforméis Terra. Os
pido que lo hagáis.
Varios miles de kilómetros más arriba, en la recién estrenada estación Morpheus, un grupo de científicos rinara, los destinados a ayudar a Aylar en la tarea de volcar su mente en la de un ser vivo, esperaban pacientes a que la robot compilara toda la información que sería enviada a su nuevo cuerpo.
Cuando los recibieron, por medio de un dispositivo de almacenamiento masivo de datos, encontraron con que no sabían a qué cuerpo debían volcar esos datos, cuando preguntaron por ello, el holograma de Aylar que los acompañaba respondió que el dispositivo de almacenamiento llevaba las instrucciones necesarias para la creación de la criatura, sólo debían conectarlo a al “creador de entes” y esperar. Aylar conocía bien el funcionamiento de esta máquina, y había dispuesto todo para que el proceso de creación de su nuevo
yo fuera según lo que ella deseaba, detalle a detalle.
-La criatura generada no será en absoluto peligrosa -aclaró Aylar-, al menos no para el Imperio Rinaptor.
Poco después, en la sala contigua a aquel nuevo creador de criaturas construido en la Estación Morpheus, el dispositivo de almacenamiento fue conectado aquella pequeña máquina. Con poco más de cuatro metros cúbicos de volumen, aquella esfera, comenzó a procesar aquellos datos y convertirlos en órdenes que serían enviadas a una gran cámara hueca, dentro de la cual se crearía una gran bolsa orgánica cuyas características dependerían del ser vivo que en ella sería concebido. Ella se encargaría de recombinar el ADN Rinara con el de otros seres vivos hasta conseguir el ADN en el que se basaría un ser vivo único, cuya forma, cualidades, órganos, músculos, huesos, cerebro, tendrían las caracteristicas que otros seres vivos poseen. Pero, esta vez, estas características estarían combinadas entre sí en un mismo cuerpo.

De este modo, un embrión fue creándose dentro de aquella gran bolsa. Gracias al inagotable suministro de nutrientes proveniente de otras cámaras, el embrión fue creciendo y cobrando complejidad a gran velocidad. En menos de quince minutos la generación de órganos y sistemas (como el circulatorio y respiratorio) terminó, y el embrión, ahora feto, comenzó a desarollar todos los órganos que en la etapa anterior había creado. Durante los siguientes cincuenta minutos el cuerpo ganó tamaño y resistencia dentro de aquella bolsa, para, cuando estuvo listo, salir de ella rompiéndola por sus propios medios.
Fuera de allí, en la entrada de la Cámara de Gestación (apropiado nombre), la esperaban tres Rinara con varias toallas. Miraron con asombro aquel ser, recien nacido, pero ya adulto. Completamente formado, nada más nacer, diseñado por sí mismo, una copia orgánica de un robot.
De pie en el suelo, con la bolsa orgánica, rota a sus espaldas, la criatura observó el mundo por primera vez en su vida, con tranquilidad. Comprendiendo al instante donde estaba, quién era, y cual era la razón de su existencia. Miró a los seres azules que la esperaban unos metros delante, los conocía, aunque nunca antes los había visto. Nunca antes había visto nada. Acababa de nacer.
Pero ya lo conocía todo.
Avanzó con tranquilidad y confianza hasta ellos, cogió las toallas que le tendían y secó su cuerpo eliminando los restos de liquido amniótico de aquel saco que acababa de dejar atrás, y pronunció sus primeras palabras.
-Necesitaré algún tipo de traje.

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Queridos lectores, os presento al personaje que más aprecio de este libro.
Vosotros aún no la conocéis, pero me comprenderéis según avancemos en la historia y la conozcáis mejor.
Al menos, eso espero
